Las personas que llevan lentillas seguramente ya habrán notado, en alguna ocasión, la influencia clave que ejerce la climatología sobre la salud visual. Los usuarios pueden comprobar, a menudo, como, en determinadas circunstancias, los ojos humanos necesitan de una mayor protección. Éste es el caso, precisamente, del ciclo estacional de invierno.
El descenso generalizado de las temperaturas en los espacios exteriores, así como el uso de calefacción en interiores pueden perjudicar, entre otros factores, el estado de los ojos. Afecciones tales como la sequedad ocular incrementan durante estas fechas. Por consiguiente, es esencial responder a esta situación con una buena prevención.
Este artículo se propone, justamente, ofrecer a los usuarios de lentes de contacto una serie de consejos básicos para evitar que la llegada del invierno afecte negativamente a sus ojos.
Del mismo que uno se abriga, hay que cuidar de los ojos
Ya hemos visto cómo el frío puede influenciar en la salud visual. Así, pues, la primera reacción que debemos llevar a cabo, ante la llegada del invierno, es tomar las medidas precauciones. Es algo que no nos tendría que parecer tan extraño. Un ejemplo basta para evidenciarlo. Del mismo modo que se toman una serie de medidas en la vestimenta habitual, para abrigarse mejor, hay que empezar a considerar que los ojos también necesitarán un plus de atención.
Es importante parpadear con mayor frecuencia
Uno de los problemas visuales más recurrentes, en el invierno, es la sequedad ocular. Al combinar, a menudo, el hecho de estar en ambientes externos fríos con entrar en espacios cerrados, normalmente con temperaturas mucho más elevadas, en los ojos, la lágrima se evapora muy rápido.
Es por este motivo que, ante un contexto de variabilidad térmica, se recomienda parpadear con una frecuencia mayor de lo habitual. Así, se combatirá la leve deshidratación ocular, y se logrará disponer de más lágrima.
El uso de lágrimas artificales y el control de las lentillas en invierno
Teniendo en cuenta que la sequedad ocular puede conllevar molestias e incluso afectaciones más graves, a parte de parpadear con recurrencia, también se aconseja la utilización de productos hidratantes, tales como lágrimas artificiales.
Por si no fuera suficiente, también es fundamental controlar las horas de empleo de las lentes de contacto. Su abuso, en situaciones como las descritas, en pleno invierno, puede provocar ciertas molestias. Hay que ir con cuidado.
Controlar la temperatura es controlar la vista
La vivienda habitual y el lugar de trabajo suelen ser dos de los ámbitos donde las personas adultas pasan más horas de su vida cotidiana. En consecuencia, tienen una transcendencia muy notable en el fomento de la salud visual y el cuidado de las lentillas.
Si se opta por encender calefacciones, hay que tener en cuenta que las personas con lentillas necesitan una combinación entre humedad y temperatura, que se encuentre en un término medio, no excesivo. De lo contrario, también se pueden dar casos de sequedad ocular.
Las gafas de sol, el mejor aliado en la nieve
Hay mitos que conviene desmontar. Aunque pueda parecer que en invierno los rayos del sol impactan con menos fuerza, es, más bien, todo lo contrario. Por su posición más cercana, el sol puede ser dañino, en esta época del año; y también hay que tener mucho cuidado con la refelexión del la luz en las superficies tales como la nieve, que es realmente lo más dañino.
Acompañar a las lentillas en invierno de unas buenas gafas de sol, sobre todo en el caso de una exposición a la luz del sol de muchas horas, es una excelente idea. En casos como excursiones en la nieve, o unas horas de esquí y otro tipo de prácticas deportivas, las gafas de sol con una muy buena protección a los rayos UV, con filtros de categoría 4 son, junto con unas lentillas óptimas, el mejor aliado.
Controlar, con más razón, la exposición a pantallas
Durante el invierno, tal y como hemos visto, los ojos están más expuestos al aire caliente, determinados cambios bruscos de temperatura y una exposición solar más intensa de lo que parece.
A parte de tomar medidas, pues, para responder a todas estas situaciones, también es muy importante no bajar la guardia con otros peligros. Uno de los más extendidos, en los últimos tiempos, es la sobreexposición a pantallas digitales. Este uso excesivo puede favorecer, todavía más, la sequedad y el cansancio ocular.
Siempre insistimos en lo necesario que es cuidar de la salud visual para garantizar el bienestar. Pero en contextos, digamos, adversos, como el del frío invernal, la prevención y el cuidado se presentan como algo todavía más fundamental.