¿Por qué se rompen las lentillas?

Llevar lentillas tiene muchas ventajas: son baratas, estéticas y cómodas de llevar. Sin embargo, también hay que estar preparado para posibles contratiempos que puedan surgir. No es frecuente que suceda, pero en ocasiones podría ocurrir que la lente se parta dentro del ojo. ¿Por qué se rompen las lentillas? ¿Y qué hay que hacer si eso sucede?

Si hablamos de lentes de contacto rígidas, es bastante difícil que se rompan dentro del ojo, precisamente porque son rígidas, por la dureza de su material. Lo que sí que podría ocurrir en algunas ocasiones es que la lentilla rígida tenga alguna pequeña muesca en el borde, difícil de detectar a simple vista. Esa muesca se nota (y molesta mucho) cuando se coloca en el ojo, y podría arañar y producir lesiones en la córnea. Si usted cree que eso podría estar pasando, retírela enseguida, y por precaución, acuda al especialista para que haga un examen completo del estado corneal.

En cuanto a las lentes de contacto blandas, es difícil que se rompan si están bien cuidadas y completamente hidratadas. Lo que sí podría ocurrir, en cambio, es que se rompan si la lente está deshidratada. Algo que sin duda es molesto para el ojo, pero tal vez no tanto como en el caso de una lentilla rígida.

¿Por qué se puede romper una lente de contacto blanda?

El momento más delicado cuando se utilizan lentes de contacto blandas es el momento en que la lentilla se retira del ojo. Para retirarla, es inevitable pellizcarla ligeramente con los dedos índice y pulgar, pero es este gesto obligatorio el que, al tratarse de un material blando, podría provocar que la lente de contacto se rompa, especialmente en el caso de que no esté lo suficientemente hidratada.

Otro momento delicado es cuando se guarda la lente de contacto en el estuche por la noche antes de acostarse. Una lente de contacto sumergida en un estuche con poco líquido podría deshidratarse parcialmente. Además, los componentes de la lágrima cuando se seca (es decir, la legaña) unen la lente de contacto blanda al estuche, por lo que, a la mañana siguiente, la acción de intentar extraer la lente «pegada» al estuche también podría provocar la rotura del borde.

Por otra parte, también podría suceder que, por descuido, se cree alguna muesca en el borde de la lentilla al cerrar mal el estuche en el que se guardan, o en el manejo de la lente durante su limpieza. Si esto sucede y el material se resiente por alguna zona en concreto, cuando nos volvamos a poner la lentilla, la fuerza que el párpado superior ejerce sobre la lente podría hacer que ésta se parta por la zona debilitada.

Además, hay que tener en cuenta que hay elementos externos que pueden aumentar la fragilidad de las lentes de contacto blandas, tales como el calor o el aire acondicionado.

¿Qué hacer cuando la lentilla se rompe?

Cuando una lentilla se quiebra, lo más importante es conservar la calma, y en primer lugar, extraer el trozo visible de lentilla. A continuación, deberemos lavar con suero fisiológico todo el ojo, incidiendo bien por debajo de los párpados, y en todas las posiciones de mirada.

Finalmente, acudiremos al especialista para que haga un reconocimiento exhaustivo con el biomicroscopio, compruebe que no queda ningún trozo de lente en el ojo, y verifique que no se hayan producido lesiones corneales.

Y siempre, mejor prevenir que curar

Pero para prevenir que nuestras lentillas se vuelvan a romper, lo mejor será seguir las siguientes recomendaciones:

• Llevar las uñas cortas para evitar arañazos en la superficie de las lentillas.
• Seguir las soluciones adecuadas para el mantenimiento de las lentillas prescritas por el optometrista. Por ejemplo, cambiar de lentillas en el tiempo aconsejado.
• Intentar evitar el gesto inconsciente de restregarse los ojos con ellas puestas.
• Extremar la higiene y nunca manipular las lentillas sin haberse lavado las manos antes.
• No dormir con las lentillas puestas a no ser que su oculista le indique que lo puede hacer con el tipo de lentillas que utiliza.